Los espacios culturales han de servir para hacer proselitismo de la nueva “cultura energética”. Idóneos por sus dimensiones, ubicaciones y consumos, han de servir como ejemplo de transición energética. Adiós a los hidrocarburos, bienvenidos los sistemas que establecen criterios de energías limpias y renovables. Son espacios que impregnan el futuro de los ciudadanos, ya sea por la via de la lectura como cualquiera otra dimensión de las actividades culturales (teatros, recintos musicales, museos, etc.) Hemos de crecer en el desarrollo de una nueva era, fundamentada en la conservación del medio ambiente y en la lucha contra el cambio climático, una nueva generación que coloca en el mismo nivel la cultura y el bienestar del planeta.
